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Seguro que has oído en más de una ocasión aquello de que en nuestra cultura se penaliza en exceso el fracaso. Que si queremos que en nuestra sociedad haya más emprendedores y empresarios y en nuestras empresas más intraemprendedores debemos dejar de estigmatizar el error y empezar a verlo como una oportunidad de aprendizaje. También en el ámbito de la innovación se suele incidir mucho en esta idea: para innovar con éxito, hay que intentar y probar cosas nuevas constantemente y, cuando uno arriesga, a veces gana y a veces pierde.

Página no encontrada. Fracaso.

Pero, ¿cómo hacemos esto? ¿Cómo logramos que en nuestra empresa no se penalice el error y nuestros profesionales se sientan libres de proponer cosas e innovar? ¿Cómo podemos hacer para gestionar nuestros propios errores y la ansiedad y la frustración que acompaña a los intentos fallidos?

Desde pequeños en la escuela nos enseñan que el error es algo malo y que debe avergonzarnos. Quién no recuerda estar en la pizarra y fallar en un ejercicio ante la atenta mirada del profesor y el resto de la clase. Y cuando llegamos a la vida adulta, la cosa no cambia. Ante un error podemos hacer lo siguiente:  

  • Ignorarlo, intentar ocultarlo. No reconocerlo y buscar culpables externos o escusas.
  • Analizarlos y ver qué cosas están en nuestra mano para no volver a caer en ellos y mejorar, como personas o profesionales.

Optar por la segunda opción debe ser nuestro objetivo. Y en este artículo vamos a tratar de ofrecer algunas claves para conseguirlo.

Lo primero es aceptar que todos cometemos errores. Es algo inevitable. Y no es el fin del mundo. Lo que si que puede llegar a ser un problema para nuestro desarrollo, es un saber gestionarlos

Gestionando el error. Aprendiendo de nuestros fallos

No buscar culpables. A título individual, cuando se produce un error, debemos dejar de echar balones fuera y no buscar excusas. Y si hablamos de entornos empresariales, la postura de los líderes a este respecto resulta fundamental. El equipo debe sentir que se le va a escuchar y tratar de ayudar a solventar las dificulades. La empatía es clave en este proceso. Hay líderes que se muestran demasiado enérgicos cuando se produce un error y ejercen una presión excesiva sobre sus empleados. Lo hacen para que no se cometan descuidos y errores (por pérdida de concentración o desatención de las funciones) pero lo que provocan, o pueden provocar, es que las personas trabjen de forma distinta pero no para mejorar sino para esconder los errores o manipular los resultados. En definitiva, debemos practicar la escucha activa. Inteligencia emocional y confianza al poder.

fracaso-error-aprendizajeUso de preguntas abiertas y poderosas. Las preguntas tienen la capacidad de hacernos cambiar de perspectiva y nos conducen a pensar y ha hacer las tareas de forma diferente. Algunos ejemplos de preguntas que podemos hacernos frente a un fallo son:

  • ¿Qué debería ocurrir para que puedas convencerte de que valió la pena el tiempo invertido la próxima vez que lo intentes, aciertes o falles?
  • ¿Qué conocimientos o habilidades necesitas para lograr tu propósito?
  • ¿Cómo vas a evaluar el proceso? ¿En relación a qué lo vas a evaluar?
  • ¿Qué no has hecho hasta ahora? ¿Qué puedes hacer diferente?
  • ¿Qué estás dispuesto a dejar atrás para alcanzar tu propósito? ¿Qué es lo que no estás dispuesto a cambiar?
  • ¿Qué es lo peor que puede ocurrir si realizas una determinada acción?
  • ¿Qué es lo que vas a mejorar si realizas esa acción?
  • ¿Cómo puedes utilizar este aprendizaje en el futuro? ¿Qué has hecho en el pasado con éxito para aplicarlo a la situación actual?
  • Si fueras tal persona, ¿qué harías para mejorar? ¿qué consejo darías?

No te quedes inmóvil. Actúa. Frente a un error debemos demostrar honestidad y capacidad de reacción. Lo importante es detectar el origen y abordarlo. Buscar soluciones y si es necesario ayuda. Tener en cuenta las opiniones de los demás es muy enriquecedor. Debemos aceptar que las ideas que otros tienen acerca de lo que hacemos no tienen porque ser siempre positivas.

 En el éxito es muy difícil que haya reflexión, solo cabe la satisfacción

Gastar energía solo en lo que podamos controlar. El pasado es pasado. Debemos enfocar nuestros esfuerzos en el momento presente. Tener una actitud positiva frente a los problemas es clave para no estancarse y que no nos afecte más de la cuenta a nivel emocional. Haber tomado una mala decisión en un momento determinado no nos convierte en peores profesionales o peores personas, así que no debemos torturarnos por ello.

“No he fracasado. He descubierto 999 maneras de cómo no hacer una bombilla, Graham Bell”

Ser autocríticos. A todo error, le debe seguir un análisis que a su vez nos haga llegar a una conclusión y de ahí surja un cambio o una nueva estrategia para abordar el problema o la situación que requiere nuestra acción.

Enseñanzas del error

Por último, no debemos olvidarnos las grandes cosas que puede enseñarnos “el error”, puesto que todas ellas son de gran utilidad en la vida, tanto personal como profesional:

  • Resiliencia. A no rendirse. A salir adelante. A ver lo positivo dentro de lo negativo.
  • Capacidad de análisis. Encontrar los porques a nuestros fallos mejora nuestra habilidad para interpretar la realidad.
  • Capacidad para innovar. Al fallar, nos obligamos a probar alternativas, a pensar de forma distinta.
  • Gestión de expectativas y autoconocimiento. Conocer nuestras limitaciones y nuestras habilidades.

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