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En el año 2010, IBM realizó el estudio “Cómo sacarle provecho a la complejidad” Global CEO Study con el objetivo de identificar cuáles era las habilidades más útiles entre los directivos para alcanzar el éxito. La creatividad ganó la comparativa ampliamente. Apareciendo la integridad en segundo lugar.

La importancia de la creatividad hoy en día radica en que el ser creativo es clave para hacer frente a todo tipo de cambios, ya sean motivados por una nueva regulación o cambio de gobierno, por una crisis económica o por la tecnología. Y, otra cosa no, pero cambios vertiginosos el SXXI parece que nos tiene deparados unos cuántos.

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Pero, ¿es la creatividad una característica común entre los directivos?

Cuando pensamos en un directivo de éxito todos imaginamos a una persona con un determinado bagaje, con experiencia y con conocimientos sólidos. Sin embargo, hay quien dice que la experiencia está reñida con la creatividad y a tenor de lo que dice la ciencia no parece que quienes afirman esto estén mal encaminados. Los seres humanos tenemos básicamente dos formas de afrontar un problema o reto: la exploración y la explotación.

Todos estaremos de acuerdo en que los más creativos, con creces, son los niños. ¿Por qué? Pues sencillamente porque cuantos más años tenemos, más conocimientos tenemos acumulados y hemos vivido más situaciones.

Cuando nos enfrentamos a una situación nueva, los adultos tendemos a utilizar la técnica de la “explotación”. Es decir, hacemos uso de los conocimientos que hasta ese momento hemos recabado sobre el mundo y como funcionan las cosas y en base a ellos tratamos de encontrar una buena solución (generalmente similar a otra que ya hayamos dado antes con buenos resultados). Sin embargo, los niños, enfrentados al mismo problema, carentes de experiencia y referentes, hacen uso de su capacidad de “exploración” lo que les lleva a ideas menos comunes y obvias. Quizá muchas de sus ocurrencias sean absurdas y no funcionen, pero desde luego su pensamiento es mucho más divergente e innovador.

Saber más se una ventaja. Sin embargo, también puede llevarnos a ignorar todo lo que contradice a lo que ya sabemos

Nuestro grado de experiencia no es lo único que nos diferencia de los niños en cuanto a creatividad se refiere

La importancia de confiar en el equipo

Para que un equipo sea creativo éste debe llevarse bien. Es decir, las personas que lo componen tienen que compartir valores, actuar de manera justa y creer que los otros miembros del equipo son competentes. Cualquiera que haya observado a un grupo de niños trabajando en equipo (o jugando juntos- que jugando dónde se enfrentan a sus mayores retos y desafíos) verá que ésto ellos lo saben y lo aplican de forma natural. Si alguna cosa no les encaja en su grupo, se separan del equipo y se integran en otro, sin más y sin rencores.

¡Evidentemente esto en un entorno adulto y empresarial es más complejo. “Expulsar” a alguien de un equipo o irse uno mismo de él puede no resultar fácil. Pero debemos tener claro que sin confianza un equipo no puede ser creativo. Quizá dejar que nuestro equipo cree sus propias alianzas o trabaje en cada proyecto con unos compañeros distintos puede ser una buena idea.

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El miedo a sonar estúpidos

Por otro lado, a los niños no les importa hacer preguntas estúpidas. Al mismo tiempo cuando les dices que no a alguna de sus ideas no lo toman como algo personal y enseguida buscan otra alternativa. No tienen miedo al fracaso, no tienen detrás la carga de las “consecuencias” ni del “qué dirán o pensarán de mí”. Por tanto, crear en las empresas un clima en el que los errores sean tolerados y en el que en lugar de competitividad prime el compañerismo es esencial para que los profesionales se atrevan a exponer sus ideas más creativas.

Respeto a la autoridad mal entendido

Ya, por último, los niños no tienen pelos en la lengua y si haces algo mal o te equivocas en algo, te lo van a hacer saber. Muchas veces los adultos no corregimos a los demás (sobre todo si se trata de alguien que se encuentra en un nivel más alto de la jerarquía) por convención social y por un mal entendido respeto a la autoridad. Además siempre nos asalta la duda de que quizá seamos nosotros los que estemos equivocados y encima haremos el ridículo tratando de corregir a un superior con una información errónea.

Disonancia cognitiva y creatividad

Y, por si todo esto fuera poco, entra en juego la disonancia cognitiva. ¿Qué es y cómo nos afecta la disonancia cognitiva a la hora de ser más creativos?

En psicología el término disonancia cognitiva hace referencia al malestar psicológico o tensión interna que percibimos cuando una creencia personal se ve cuestionada por una nueva información incompatible o contradictoria, o cuando nuestras creencias entran en conflicto con nuestro comportamiento.

Sufrimos de disonancia cognitiva cuando nuestras creencias entran en conflicto con nuestro comportamiento

Un ejemplo clásico de disonancia cognitiva es el de las personas fumadoras. Saben que fumar perjudica la salud y ellos quieren estar sanos pero su comportamiento dice otra cosa. El estrés o malestar que esto les provoca les lleva a autojustificarse y autoengañarse con ideas o frases como “de qué sirve vivir mucho sino puedes disfrutar de los pequeños placeres de la vida, dejar de fumar engorda y eso tampoco es bueno, mi abuelo fumaba y vivió 90 años, etc.”

Aunque no lo parezca la resistencia a hacer las cosas de una forma distinta a la aprendida o a cómo lo hacemos habitualmente, es decir, la resistencia a ser más creativos e innovadores, está muy relacionado con esto. Cambiar el modo en el que hacemos las cosas supone para nuestro cerebro admitir que hasta ahora no lo hemos estado haciendo correctamente (o que los motivos por los que lo hacíamos así son erróneos) en lugar de ver que simplemente las reglas del juego han cambiado.

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