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Desde el Club de Desarrollo Personal y Liderazgo nos hemos acercado este mes al Liderazgo Positivo de la mano de Marisa Salanova, doctora en psicología y catedrática de psicología social en la Universitat Jaume I (UJI), donde dirige un equipo de investigación pionero en la evaluación y diagnóstico de la salud laboral.

El liderazgo positivo combina dos elementos esenciales, por un lado, no deja de ser un liderazgo que busca la excelencia en el desempeño por parte de los equipos, pero al mismo tiempo, se combina con una gestión emocional que persigue fortalecer el bienestar y la salud de las personas que se integran en esos equipos y, por ende, su felicidad.

El liderazgo positivo pone el acento en la gestión emocional de los equipos, buscando mejorar el bienestar y la salud de sus integrantes

Este tipo de liderazgo parte de la Psicología Positiva y ésta a su vez parte de un concepto más amplio de salud, que va mucho más allá de la ausencia de enfermedad o malestar para proyectarse hacia una contribución que, además de ayudar a las personas a estar menos enfermas, menos infelices, les ayude a estar más sanas (definición de salud de la OMS) y más felices.

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De esta manera, el liderazgo positivo, entre otras cosas, nos lleva a centrarnos en las oportunidades que suponen los ejemplos de las cosas que funcionan. Cambiamos el foco de las cosas que no funcionan a las que sí lo hacen, de la patología a la positividad. Partimos entonces de centrarnos en resultados y desempeños extraordinarios y en las fortalezas que están detrás de ese desempeño, de manera que se refuerzan generando círculos virtuosos en lugar de círculos viciosos.

En atención a generar una gestión centrada en lo positividad, el líder positivo se vale de cuatro elementos o características fundamentales:

  • Es un líder transformacional y auténtico. Con su ejemplo inspirador facilita el cambio positivo.
  • Posee y fomenta en su equipo cuatro actitudes fundamentales: esperanza, confianza, optimismo y resiliencia.
  • Utiliza la inteligencia emocional y realiza una gestión emocional efectiva, tanto propia como de los miembros de su equipo. Por tanto, no es ajeno ni a sus propias emociones ni a las de sus colaboradores y utiliza la escucha activa como herramienta fundamental en sus relaciones con los mismos.
  • Incorpora a sus conductas de liderazgo de manera recurrente en:
    • El interés genuino por sus colaboradores.
    • El reconocimiento de los esfuerzos y de la excelencia.
    • La transparencia en su comunicación de la información relevante para el equipo.

Las 4 habilidades básicas de “los equipos positivos” son: esperanza, confianza, optimismo y resiliencia.

Tras su definición inicial del tema, Marisa nos introdujo en las herramientas que desarrollan desde su grupo de investigación para generar círculos virtuosos en las organizaciones, círculos en los que se parte de desarrollar recursos y prácticas organizacionales que fomentan el bienestar y la salud de los empleados para generar resultados excepcionales, de los que aprenden y seguir desarrollando nuevos recursos y buenas prácticas.

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El entrenamiento de los mandos y responsables para afianzarles como líderes es una parte clave en el desarrollo de estos círculos. Un entrenamiento en el que el coaching individual complementa la formación para adaptarse a las necesidades particulares de cada directivo.

En este sentido, la ponente vinculó la efectividad de los programas de liderazgo positivo con resultados científicos compartiendo, al mismo tiempo, experiencias reales en empresas significativas en sectores tan industriales como el de la automoción. De estos resultados se deriva una relación de mediación, por la que el liderazgo positivo influye incrementando el bienestar de los colaboradores y este bienestar es el que se traduce en un incremento del desempeño.

Al finalizar la exposición se inició un extenso debate centrado en aspectos prácticos de detección de necesidades y posibilidades de intervención en organizaciones concretas, de las que podemos concluir que el liderazgo positivo es una herramienta que se centra en el desarrollo de fortalezas, por lo que puede no ser una buena opción para organizaciones que necesitan resolver otros problemas antes de pensar en desarrollar sus potenciales y su excelencia que es en lo que se centra este tipo de liderazgo.

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