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En la actualidad, la formación y el desarrollo del personal se configuran como un factor clave para el éxito empresarial.  Nos ofrecen la oportunidad de crecer,  nos mantienen actualizados y nos permiten acceder con mayor  seguridad a un entorno laboral que sabemos que hoy es mucho más cambiante, por lo que dentro de las organizaciones resulta fundamental tener claramente definida una política de formación y desarrollo.

“Por qué una política de formación en las organizaciones”

El objetivo de la política de formación en las organizaciones es provocar en los empleados cambios en el dominio de sus conocimientos, habilidades y de sus comportamientos. Esto nos permite cubrir determinadas necesidades que puedan crearse dentro de la organización, facilitando la adquisición de nuevos conocimientos, al tiempo de encontrarnos en un perfeccionamiento constante.

Por todo ello, tanto profesionales como empresas deben prepararse cada año para proponerse objetivos en torno a algo que puede parecer tan manido como “formarse”.

Desde el punto de vista del profesional, existen tres formas de desarrollarse: aprender, conectar y crear. Dependiendo de la fase de la carrera profesional en la que se encuentren es necesario que consideren priorizar una u otra. Aprender comienza por la identificación de las lagunas en tus conocimientos actuales o en tu experiencia. Esta línea de trabajo puede desarrollarse de formas muy diferentes. Desde planificando lecturas semanales hasta realizando un curso ad hoc.

Cuando el objetivo es conectar, el profesional busca desarrollar aquellas relaciones profesionales que realmente importan para llegar hasta la meta que se ha fijado. Sería algo así como el diseño de una campaña estratégica de carrera en la que se marcaría el mapa de poderes que debe seguirse. En este caso, el desarrollo se conseguirá pasando más tiempo y de una forma adecuada, con esas personas con las que debo estar. Para ello, en ocasiones debo pertenecer a un comité o acudir a un curso y, en otras, debo realizar otro tipo de iniciativas más imaginativas.

Finalmente, si el objetivo es crear, posiblemente la elaboración de algún tipo de contenidos por parte del profesional pueden servir para ponerlo en práctica. Elaborar artículos, realizar ponencias, diseñar modelos, o cualquier otra idea que pueda ponerse en marcha en ese sentido, no sólo servirá para asentar, asimilar y desarrollar nuevos conocimientos y habilidades.

Desde el punto de vista de las organizaciones, el adecuado diseño formativo puede conseguir:

  • Preparar a las personas en funciones presentes y futuras.
  • Facilitar la promoción, con la consiguiente motivación que ello conlleva.
  • Favorecer la movilidad funcional.
  • Ayudar a modificar comportamientos.
  • Mantener o modificar conocimientos y habilidades.
  • Con el fin de obtener programas de formación eficaces es necesario que la empresa siga un procedimiento integrado por tres fases fundamentales:
  1. Detección y análisis de las necesidades de formación: Es el primer paso en el proceso de formación, detectar las necesidades formativas contribuye a que la empresa no corra el riesgo de equivocarse al ofrecer una formación inadecuada, lo cual conllevaría gastos innecesarios.
  2. Identificación de los Recursos necesarios que requiere la formación: Son de suma importancia ya que sin los mismos no pueden ejecutarse los planes formativos. Hablamos de la asignación presupuestaria, la infraestructura, los materiales necesarios, etc.
  3. Ejecución de programas de formación: En esta fase se debe concretar el nombre de la acción formativa, objetivos generales y específicos, contenidos, metodología, duración, participantes, lugar, horario, docente, modalidad, coste y evaluación de la formación, así como los participantes que asistirían a la misma adecuando a su perfil el curso impartido.

Si además de todo ello, conseguimos que objetivos de profesionales y empresas estén alineados, los resultados se multiplican y también la potencia de los mismos.

 

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