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Todos conocemos a alguien (y no diremos a quién) que parecen tener la formación justa para desempeñar su tarea y que, sin embargo, nadie sabe cómo, ha llegado a un puesto directivo de importancia desde el que nos mira sonriendo. También conocemos a otros que día a día desarrollan su trabajo de forma excelente y, sin embargo, no entran nunca en las quinielas cuando se trata de promocionar, asumir roles de más responsabilidad o liderar proyectos que realmente le apasionarían. Es más, en muchos casos, personas que considerábamos muy competentes fracasan al asumir nuevos roles. Este fenómeno, conocido como el principio de Peter, es demoledor para las empresas, ya que alguien que en su día fue competente para un determinado puesto, ha ido ascendiendo hasta que su incompetencia para mejorar le ha frenado.

Esto responde a razones obvias que, sin embargo, muchas veces no vemos cuando somos los afectados: cada posición necesita unas competencias y habilidades distintas y, ni el mejor técnico es el mejor director de proyectos, ni el mejor vendedor el director comercial óptimo, ni un excelente informático la persona ideal como director de sistemas. Para asumir otro tipo de responsabilidades necesitamos otro tipo de conocimientos y habilidades que, en muchas ocasiones no se incorporan en la formación tradicional, en los grados o, incluso, en la experiencia profesional con la que ya contamos.

¿Cómo podemos borrar de un plumazo las posibilidades de que nos ocurra? Si somos profesionales honestos y nos damos cuenta de que nuestra ambición es mayor que nuestra formación en aquellos temas que se necesitan para abordar nuevos retos, nuestra obligación es equilibrar la balanza. ¿Cómo? Aprendiendo a pasar de técnicos a directivos de valor, a profesionales que sean capaces de dirigir, gestionar, resolver, … y no sólo ejecutar. 

La formación y las habilidades que disponemos y que nos han convertido en buenos técnicos no son las necesarias para ser un directivo ejemplar. ¿Suman? Por supuesto. Pero no son suficientes.

Sé-el-jefe-que-siempre-quisiste-tener¿En qué ámbitos debemos mejorar
para poder pasar de técnicos a directivos?

Estrategia y Orientación al Cliente

Se trata de mirar más allá y, a la vez, de ver el cuadro completo y no sólo una parte del mismo. Cada una de las estrategias que se piensen y se pongan en marcha debe tener como prioridad al cliente, para que el resto de acciones que las sigan tengan el foco en un objetivo de primer nivel. Y es una visión que hay que aprender a tener. Tiene que ver con obsesionarse con las métricas del cliente y del negocio, saber interpretarlas y sacar conclusiones de ellas de inmediata implantación, así como ser capaz de hacer estudios de mercado, conocer las necesidades del cliente, sus dudas y sus fortalezas. Sacar la cabeza de la empresa, tenerla por encima del resto y ver más allá.

Herramientas Financieras y de Control

Tu nueva tarea debe ser controlar a la perfección la fijación de objetivos, reelaboración de previsiones, realización de análisis y presupuestos, detección de errores y optimización de recursos. Esto significa ser un experto en herramientas financieras y de control, sin exagerar un ápice en el término ‘experto’. Un directivo debe serlo para poder aportar el valor diferenciador que necesita.

Gestión de Equipos

No solo se trata de que hagas lo que sabes hacer. También debes hacer que el resto haga lo que sabe hacer y de la mejor manera posible. Para ello, tendrás que entender que tú debes ser el primer modelo en el que se fijará el equipo, tanto para lo bueno como para lo malo. Aunque ahora quieras ser directivo, no estás contra tus empleados, solo un escalafón por encima. Por ello, es necesario hacer equipo, que te vean como alguien a quien poder acudir cuando algo falla, alguien con quien generen la confianza suficiente como para abrirse. Debes ser óptimo y rápido en el control de las tareas del equipo, conociendo al dedillo qué hace cada uno y estableciendo mecanismos de control que no interfieran, pero que ofrezcan la información suficiente como para que todo funcione. Piensa en el jefe que siempre has querido tener y conviértete en él.

CONVIÉRTETE EN EL JEFEQUE SIEMPRE QUISISTE TENER(1)Comunicación, Negociación y Gestión de Conflictos

Aunque lo hemos dejado para el final, el manejo de conflictos es probablemente una de las facetas más importantes para poder ser un directivo útil y eficaz. Vivimos en una etapa de profundos y rápidos cambios y todo ello provoca en muchas ocasiones conflictos. No se trata de evitarlos (porque es imposible) sino de gestionarlos para aprovechar su energía y canalizarla de forma provechosa para la compañía, fortaleciendo sus partes. De hecho, si es bien trabajado, un conflicto interpersonal o con la compañía puede ser una oportunidad de oro para crecer, reinventarse, ser más flexibles y alcanzar mejor los retos.

¿Te sientes capaz de asumir semejante reto?

Pasar de técnico a directivo es un reto complejo pero no imposible. Con la formación adecuada puedes reconvertir tus habilidades y ser un profesional con valor añadido para tu empresa. Olvídate del principio de Peter, fórmate y alcanza tus metas.

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