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Juan Planes lleva más de una década añadiendo a sus actividades empresariales la faceta de gurú de la mejora personal. Ayer martes ejerció con maestría esa segunda faceta para satisfacción de los asistentes a nuestro Club de Desarrollo Personal y Liderazgo.

Juan Planes exploró durante su intervención en el Club los factores que explican por qué unas personas son más afortunadas que otras. No es la formación, no es la experiencia, no es la capacidad analítica, es clara y rotundamente la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la capacidad para gestionar bien lo que nos ocurre. Cuando no existe, las personas somos víctimas de lo que nos ocurre, del entorno, de lo que no está en nuestras manos controlar. Ser felices es en gran medida posible si somos capaces de sobreponernos a lo que nos ocurre, de comprenderlo. Sólo apartando de nosotros los pensamientos y los sentimientos negativos podremos conseguirlo. La buena noticia es que ese logro está al alcance de todos y cada uno de nosotros.

El empresario valenciano hizo un guiño simpático a las personas de cierta edad, al proponer las patas de gallo como indicadores de cuan felices hemos sido en nuestra vida. Esas arrugas no son más que el resultado de haber sonreído con asiduidad, un síntoma inequívoco de felicidad. Por cierto que Planes, pese a su relativa juventud, comienza a mostrar en el contorno de sus ojos algunos de estos indicadores, ¿será que ejerce lo que predica?

Atendiendo a su faceta de empresario, Juan Planes propuso la inteligencia emocional como criterio clave a la hora de seleccionar personal para nuestras organizaciones. Hay tests en Internet para medirla, y otras formas de detectarla en las entrevistas de trabajo, buscando por ejemplo la presencia de comportamientos empáticos, de hábitos saludables, etc.

Los asistentes se interesaron en particular en cómo desarrollar la inteligencia emocional de los niños. Planes aportó sus sugerencias y remitió a su web para obtener más ideas (www.juanplanes.com).

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